Una nueva tendencia resultante de la recesión mundial es que los gobiernos municipales y la gente parecen ir en una dirección y los gobiernos nacionales en otra.
En general, los gobiernos nacionales se han quedado del lado de las grandes empresas multinacionales que cayeron, o al menos tambalearon, porque se las consideró demasiado grandes para caer.
La postura firme del gobierno estadounidense de Barack Obama contra las instituciones financieras que sacan dinero a los pobres para seguir siendo ricas podría ser la primera medida importante que adopta la administración de un país industrializado, en este caso el más poderoso de todos, a tono con lo que manifiesta y desea la gente común.
Pero la iniciativa de Obama aún está en ciernes y las grandes corporaciones resisten, no sin ayuda de medios de difusión que viven de ellas.
Los esfuerzos del presidente de Estados Unidos son una ola gigante en un movimiento que busca construir la economía en torno a las personas y no al lucro, algunas de cuyas ideas cristalizaron en el marco del Foro Social Mundial (FSM).
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Durante el Foro Social de Estados Unidos, en 2007, se formó la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas, integrada entonces por 11 organizaciones locales y regionales.
Desde entonces, la alianza «se ha ampliado hasta incluir a 10 ciudades y más de 20 grupos de trabajadoras en todo el país», destacó Ai-jen Poo, una participante de la asamblea fundacional de la Alianza.
«Hemos comenzado a trabajar en una campaña internacional para influir en la primera Convención sobre el Trabajo Doméstico, que se debatirá en la sede de la Organización Internacional del Trabajo, en Ginebra, el próximo junio», dijo Poo a IPS.
«También comenzamos a trabajar con el Departamento de Estado de Estados Unidos sobre posibles reformas administrativas y reglamentarias que incluyan la ejecución de leyes vigentes para los trabajadores domésticos a nivel federal», agregó.
El Foro Social de Estados Unidos también reunió a organizaciones de distintas ciudades que intentaban impedir la demolición de viviendas de personas de bajos ingresos. Estos grupos han seguido colaborando desde entonces.
Otro grupo que se formó en esa ocasión fue Right to the City, contó Alive Lovelace, ex organizadora del Foro Social de Estados Unidos, en declaraciones a IPS.
Right to the City se organizó como «una nueva alianza que une nuestras luchas por la vivienda, la atención de la salud y un espacio público para combatir el neoliberalismo y construir una alternativa para nuestras ciudades», dice el sitio web del grupo, que reúne a 36 organizaciones de siete ciudades estadounidenses, muchas de ellas hispanas.
El cambio ha llegado a ciudades y municipios de Europa occidental también, de la mano de la campaña del movimiento del FSM contra el neoliberalismo y las privatizaciones compulsivas.
Varios gobiernos municipales están respondiendo a los reclamos de la gente contra la entrega de servicios públicos esenciales a empresas privadas, en especial los servicios de agua y electricidad.
Tras la ola de «desprivatización» de servicios de agua que comenzó hace dos años, varios municipios europeos están recuperando ahora los servicios de electricidad que vendieron a inversores privados a fines de los años 80 y principios de los 90.
En Alemania, varios gobiernos municipales y regionales pusieron fin a la privatización de centrales de energía o están en negociaciones con los propietarios privados.
Alrededor de Munich, 500 kilómetros al sureste de Berlín, «los gobiernos locales están convencidos de que los servicios municipales son bienes públicos que pertenecen al Estado», dijo a IPS el alcalde de la localidad de Graefelfing, Christoph Goebel.
Sólo en el estado de Bavaria, unas 2.000 concesiones de servicios municipales otorgados a empresas privadas hace 20 años vencerán este año.
En Ottobrunn, otra localidad de las afueras de Munich, el gobierno local recuperó el servicio de electricidad de manos privadas, declarando que «la venta de servicios municipales a compañías privadas, que sólo responden a los intereses de los accionistas, ha sido un error».
Mientras, en París, el gobierno municipal retomará este año el control de todos los servicios de agua para la capital francesa, poniendo fin a un monopolio privado que ha durado más de 100 años.
Cuando el alcalce Bertrand Delanoë anunció el fin del monopolio en junio de 2008, prometió «ofrecer un mejor servicio a mejor precio», así como «tarifas estables».
Ambas consideraciones forman la base de los argumentos de los gobiernos municipales a favor de la remunicipalización de los servicios públicos, señaló Olivier Hoedemann, miembro del Observatorio Europeo de Corporaciones (CEO), a IPS.
Esta tendencia municipal en Europa parece ir en contra de la tendencia de las políticas nacionales.
«Lamentablemente, la mayoría de los gobiernos de Europa nunca renunciaron realmente al paradigma neoliberal, pese a la profunda crisis social y económica que la desregulación y las políticas de libre mercado generaron en el continente», dijo Kerstin Sack, del movimiento por la justicia económica ATTAC en Alemania.
Sack se ocupa de hacer el seguimiento de las instituciones financieras internacionales y la solidaridad económica.
Los reclamos políticos de grupos de la sociedad civil como los que están reunidos en el FSM son «tan urgentes como siempre», dijo Sack a IPS.
«El mundo necesita establecer controles firmes sobre las transacciones financieras internacionales, seguir una política ambiental para detener el cambio climático, promover políticas comerciales justas y dar oportunidades de expansión a los productores de los países en desarrollo, tanto en la industria como en la agricultura», exhortó.
Pese a los efectos negativos de las políticas de desregulación del mercado, el nuevo gobierno conservador de Alemania instalado el pasado septiembre «actúa del mismo modo que en los años neoliberales más dogmáticos de la década de 1980», lamentó Sack.
De hecho, el nuevo gobierno alemán de la Unión Demócrata Cristiana (de la canciller Ángela Merkel) y el Partido Democrático Libre ha profundizado el régimen neoliberal de los últimos 20 años con recortes fiscales para los sectores de altos ingresos, reducción de los beneficios sociales para los trabajadores y las familias de escasos recursos, y la iniciativa de una nueva congelación salarial para los empleados públicos y privados.
Algo similar ocurre en Francia, que parece determinada a no aprender la lección. «El gobierno no está dispuesto a discutir un aumento fiscal», señaló Philippe Frémeaux, ex director de la Agencia de Investigación y Pronósticos Económicos y actual jefe de redacción de la revista mensual Alternatives Economiques.
«Por el contrario, el gobierno de (Nicolás) Sarkozy ha aprobado un nuevo recorte fiscal a favor de los propietarios de restaurantes y hoteles, y paga subsidios adicionales para los médicos», observó Frémeaux.
La renuencia de los gobiernos europeos a dejar de lado las políticas neoliberales resulta difícil de comprender, porque lo peor de la crisis quizá no haya llegado aún, comentó Xavier Timbeau, director del Observatorio Francés de Coyuntura Económica, a IPS.
«La crisis seguirá destruyendo empleos, lo que a su vez afectará la demanda Por eso pedimos revisar los mecanismo injustos que fomentan la inestabilidad del capitalismo mundial. Pedimos que se comparta la carga del desastre mundial de la manera más justa posible», manifestó Timbeau, aunque su llamado tiene más recepción a nivel local que a nivel nacional.
El cambio está en consonancia con movimientos dispersos que procuran construir nuevos modelos económicos más incluyentes y más beneficiosos para quienes abarca. Brasil ha sido líder en este empeño.
La Cooperativa Fio Nobre, por ejemplo, fundada hace 15 años por Idalina Boni, pasó de las artesanías a los productos textiles y actualmente fabrica prendas de vestir y bolsos de mano en la meridional ciudad portuaria de Itajaí.
La cadena de producción abarca desde el cultivo de algodón hasta la venta de los productos al consumidor final, con la marca Justa Trama.
En los últimos 10 años, el FSM ha hecho más que hablar, dando origen a varias iniciativas colectivas basadas en la cooperación y la autoadministración, libres de la habitual relación entre empleados y empleadores.
El Foro Brasileño de Economía Solidaria (FBES) surgió en el FSM de 2003, coincidente con la asunción del presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, quien estableció una Secretaría Nacional de la Economía Solidaria dentro del Ministerio de Trabajo.
El movimiento en Brasil combina tres dimensiones, señaló Daniel Tygel, secretario ejecutivo del FBES. Además del aspecto económico, que comprende la autoadministración y la creación de cooperativas y redes, incluye una dimensión cultural relacionada con el consumo, las relaciones de género y una política de transformación social.
«A largo plazo, queremos cambiar el modelo de producción y la dirección del desarrollo hacia un modelo que no sea nocivo para la vida», dijo Tygel.
La «economía de la solidaridad» de Brasil abarca desde la producción agrícola, que representa 60 por ciento de los grupos conectados por el FBES, hasta fábricas de artesanías e indumentarias, cooperativas de microcréditos, empresas quebradas que han sido rescatadas por cooperativas de trabajadores, proyectos de comunidades religiosas e «incubadoras» universitarias de negocios solidarios.
La economía de la solidaridad representa actualmente una parte mínima de la economía nacional, reconoció Tygel, pero crece rápidamente pese a los escasos recursos gubernamentales destinados a apoyar su desarrollo.
*En esta serie de tres informes, corresponsales de IPS analizan el efecto de la recesión en el empleo, los esfuerzos para que los gobiernos sean más cercanos a la gente y las medidas adoptadas en países en desarrollo para reducir la dependencia del mundo industrializado.